CAPITULO 2
Desperté con el fuerte sonido del ladrido del perro del
vecino. Odiaba despertarme tan bruscamente. Siempre estaba de mal humor cuando
lo hacía. Me levanté, frotándome los ojos, y arrastrando mis pies hacia el
baño, me lavé la cara y me peine, quería estar decente. Fui a la cocina y le
pegué un bocado a una tostada y abrí la nevera, cogí la botella de leche y bebí
a morro.
- Tampoco tengo mucha hambre -pensé, y en ese momento
apareció mi tío con una bandeja llena de donuts y pastas.
- Come algo más, no vaya a ser que te de algo.
- No, gracias. No tengo hambre. Además, llego tarde -me fui a
mi cuarto, cogí lo primero que encontré en el armario, una sudadera con un
panda, unos leggins y unas botas negras.
Salí de casa súper rápido recordando las instrucciones que
me había dado mi tío para llegar hasta la escuela, pero como me daba mucho palo
caminar, y estaba muy lejos, decidí coger un bus, por lo menos es más rápido y
más cómodo. Llegué al lugar y entré, me mezclaba entre toda esa gente que iba
hacia arriba y hacia abajo, corriendo hacía su clase. ¿No seré la única
occidental aquí, no? Al final, acabe encontrando mi clase, un poco tarde, pero
la encontré, con un poco de esfuerzo, pero bueno. Entré, cabizbaja, y todos
giraron su cabeza y me miraron.
- ¡Sheila! ¡Era a ti a quien esperábamos! -Dijobla profesora, una chica joven, alta, de pelo castaños rojizo que le llegaba por los hombres. Andé por el pasillo,
esquivando mochilas por todas partes, alguien pone el pie en el pasillo,
yo tropiezo con él y por poco caigo de morros al suelo. Se nota que esa persona
lo ha hecho a posta y le lanzo una mirada asesina desde mi sitio. Las clases ya
de por si siempre son un tostón, y mi nivel de coreano es denasiado basico, ya que lo aprendí durante tres años en Nueva York, ya que mi madre quería que lo aprendiera porque era mi idioma por parte de mi padre. Aunque ni siquiera lo he llegado a conocer. Acaban las clases y la chica de antes, alta, de tez muy blanca, y muy maquillada, se me
acerca, con su séquito de amigas.
- ¿Se puede saber por qué me mirabas de esa manera, niña
estúpida? ¿Te crees superior a mi o algo? -me dijo, muy cabreada, petando sus nudillos. Tengo mucho miedo. Sobre
todo porque ya he vivido está situación antes. Y sé cómo termina. Llevo toda la
vida sufriendo esto. Por favor… otra vez no. No quiero volver a pasar por lo mismo.
-Nos vemos en la salida del instituto -dijo una de sus amigas, con la una sonrisa estúpida-
Salí de la clase y fui a un baño. Me encerré y me senté en el suelo. Cogí mi móvil y me puse a
escuchar música. Siempre era la salida a mis problemas. Que acababan de
empezar, mi pesadilla estaba volviendo a empezar y sabía que esto iba a ir a peor. Porque
siempre había sido así. Cerré mis ojos notando una lágrima correr por mis mejillas. No quería que mi vida fuera otra vez una mierda. Quiero amigos. Quiero alguien que me trate bien.Esperé dos horas, y cuando creí que se habían ido, salí
y del baño y de la escuela. Pero no. No se habían ido. Ellas seguían ahí.
*POV de ????*
Llevaba todo el día observando a esa chica. Observando lo mal que todo el mundo la había tratado. Observando silenciosamente sus silencios, como agachaba la cabeza cuando esas chicas
estúpidas que siempre me acosan la amenazan. Me apoyo en la puerta del baño, la verdad es que esa chica me da un poco de pena. No la conozco de nada, no quiero que lo pase mal pero tampoco puedo hacer nada para ayudarla. Escuchó como llora detrás de la puerta.
*POV de Sheila*
Levanto mi cabeza de mis rodillas y veo como una mano pasa por debajo de la puerta, y deja un trozo de papel en el suelo. Veo unos pies calzados con unas bambas se alejan. Cojo el papel y lo abro.
"¿Estás bien? No llores."
Me sorprendió ver la nota. Tampoco le presté mucha atención pero me la guardé en el bolsillo. Probablemente la tiraré al llegar a casa. ¿Quién se iba a preocupar por mi? ¿La chica estúpida que siempre se aisla del mundo porque todo el mundo está en su contra? Salí del instituto intentando hacer el mínimo ruido posible ya que aquellas chicas eran peligrosas. Rezando porque no me hicieran nada. La noche era fría y húmeda, yo me dirigí hacia la salida con las manos en los bolsillos, el no ver a nadie me tranquilizó por unos instantes. Hasta que alguien me agarró del hombro.
- ¿Creías que ibas a escapar? -gritó una, mientras la otra
me empujaba por detrás, agarrándome de la mochila, abriéndola, y tirando todos
mis libros al suelo. Caí al suelo, de rodillas, noté como me dolían las rodillas muchísimo, y la "líder" de ellas empezó a
darme patadas en el estómago. Me dolía tanto que creí que me moría. Pero ella
no paraba. Yo solo gritaba.
*POV de ???*
Miraba asustado esa escena, escondido detrás de una columna de piedra. No podía intervenir, mi corazón se hacía más pequeño cada vez que escuchaba a esa chica gritar, cada vez que la hacían sufrir, porque sí, por ser diferente. Si intervenia acabaría yo también mal. No puedo dejar que me vean. Todo se escandalizaria.
*POV de Sheila*
- ¡Para! ¡Por favor, para! ¿¡Qué te hecho yo!? -exclamé con
todas mis fuerzas. Sangre broto por mi boca de lo fuerte que me estaba
pateando, yo solo podía llorar, desear que se cansaran, que se fueran, encima
hacía mucho frío, y el suelo estaba congelado, me sentía patética. ¿Por qué mi
vida siempre tiene que ser así? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? No le he
hecho daño a nadie. Millones de cosan pasaban por mi cabeza, en ocasiones deseo morir. Acabar con esto. Desaparecer. Hasta que ella
para.
- Chicas, ya basta por hoy. Otro día más ¿vale? Yo creo que
por hoy ya ha sido suficiente. Vamos -se fueron y me dejaron ahí, sola. Cuando
me intentaba levantar para recoger mis cosas, medio cojeando y con un dolor terrible en el estómago, un chico al que no pude
reconocer se acercó y me ayudó a recoger las cosas. Me sonaba de algo, me
sonaba mucho, pero llevaba una especie de mascarilla en su cara que le tapaba la boca y
no pude verle bien, además de que estaba muy oscuro. Al igual que yo ahora mismo. Me sentía oscura, derrotada, desolada...
- Q… ¿Quién eres? -pregunté, observando sus preciosos ojos que era practicamente lo único que podía observar de su rostro.
- Pronto lo sabrás -después de decir esas palabras, me dio mi
mochila y salió del patio de la escuela sin decir nada.
Al día siguiente…
Una parte de mi me decía que aquello que me pasó ayer no me
iba a pasar más. Pero esa pequeña esperanza que yo tenía se desvaneció. Esas
chicas volvieron a utilizarme de saco de boxeo, solo… porque sí. Buscaban
razones estúpidas para meterse con alguien. Solo porque sí. Poco a poco fueron haciéndome
cosas más graves. Un día volvía a casa con un rasguño, el otro con un moratón,
el otro con cáscara de huevo por el pelo, el otro con sangre corriendo por mi rodilla. Amenazaron a
mucha gente para que me hicieran cosas malas también. Era como si todo el mundo
tuviera algo en mi contra, solo por ser yo, o por ser extranjera, o saber menos coreano que ellos. Se reían de mí. Y cada día me sentía peor.
Deseaba morir. Realmente lo deseaba. Me saltaba las clases y me encerraba en
los baños para que no me hicieran nada, pero siempre tenía que salir, y me
pasaba algo. Volvía a pasar lo mismo. Y lo único que me llevana de todo eso eran lágrimas, rasguños, moratones. Y unas pequeñas nota misteriosas que siempre metía en mi mochila, arrugadas. Unas pequeñas notas anónimas que aunque no lo admitiera me daban pequeñas esperanzas. De seguir adelante. O de por lo menos, seguir con fuerzas. A veces deseaba saber quien es esa persona. Lo deseo. Deseo saber quien es la única persona que me ha podido sacar una sonrisa durante todo el tiempo que he estado aquí, aunque fuera pequeña. Encerrada en el baño de siempre, en el instituto, me leí una y otra vez las notas.
"¿Estás bien? No llores." "Me gustaría poder hacer algo para ayudarte, pero no puedo. Lo siento" "Dicen que el más débil por fuera, es el más fuerte por dentro. Así que tu tienes que ser fuerte. Hazlo por mi" "Algún día toda esa gente se arrepentirá de todo lo que te ha hecho" "Cada vez que te hacen algo me siento mal. Como si yo fuera el que te está destrozando por dentro"
*POV de ???*
Llevaba dos semanas observando a esa chica. Esa chica que me hacía sentirme extraño. A veces me gustaría acercarme a esa persona, abrazarla, y decirle que todo irá bien. Que yo estaré allí hasta que todo vaya bien. Y después de eso también. Pero no puedo. Solo puedo observarla llorar, abrazando sus rodillas, mirarla como cabizbaja juega con los cordones de sus zapatos, a la hora del recreo, aislada de todo el mundo. Dejarle esas notas, esas notas de ánimo, es lo único que puedo hacer. Observar como escribe, o escucha música sentada en las escaleras del edificio. Puede que ella no lo sepa, pero yo estoy ahí. Observando sus silencios. Sus llantos. Y algún día, observaré su sonrisa. Lo sé. Quiero ayudarla a salir de esta. Y lo haré cueste lo que cueste
*POV de Sheila*
Mi único respiro era
cuando estaba en el estudio con mi tío. Allí nadie me hacía nada. Me sentaba en
una silla en el backstage con mis cascos, muchas veces acababa llorando, nadie
me preguntaba que me pasaba, pero nadie me molestaba tampoco. Pero estaba mejor
que en clase. Me sentaba ahí a ver como pasaban por delante muchos famosos cada
dos por tres, tampoco les prestaba mucha
atención, yo estaba encerrada en mi mundo.
Todo iba mal, como siempre. Pero llegó ese día en que nada
podía ir peor. Ya había caído bajo, pero caí aún más bajo. Estaba caminando por
la calle, con mis cascos puestos, las manos en los bolsillos. Quizás cantando. No lo sé. No podía escucharme. Cuando caminaba, un coche negro, bueno,
más que un coche, una especie de furgoneta, se paró delante de mí. No le presté
atención, pero lo que yo no sabía es que esté mundo es más peligroso de lo que
me imaginaba. Un hombre colocó un pañuelo en mi boca y entre gritos y movimientos extraños, intentando deshacerme de él, me desmayé.
- ¿Dónde estoy? -pregunté, no veía nada, lo veía todo
borroso, así que no veía con claridad a quien tenía delante. Hasta que recuperé
la consciencia y la visión del todo. Noté que tenía unas cadenas que me
apretaban fuerte las muñecas y me privaban de mi libertad. Me dolía la cabeza. Y los brazos.Y delante de mí estaba
esa persona que había sido la causante de todas mis pesadillas. La líder de esa estúpida banda de mi instituto.
- ¡Tú! ¡Hyesung! ¡Suéltame ahora mismo! ¡¿Qué hago aquí?!
¡Estoy harta! ¡No pienso tolerarte nunca más! -intenté soltarme de ahí pero
cada vez que hacia el esfuerzo, las cadenas me apretaban más. Lloraba y lloraba, no podía escapar de aquello.
- ¿Así que faltas a clases o te escondes para no encontrarte
conmigo? -dijo, riendo- Pues bueno, creo que a partir de ahora faltarás mucho a
clases, sí. Mucho. Pero verme… -río diabólicamente- creo que lo vas a hacer bastante. Y aguantarme
también. Hasta que tu tío no pague por sacarte de aquí no pensamos soltarte. Si es que sigue por aquí tu tío...
- ¡Suéltame! ¿¡Qué le habéis hecho a mi tío!?
- ¿Ves este móvil? ¿Te suena? -sacó un teléfono de su bolsillo. Lo observé bien. Era el teléfono de mi tío. Con la misma funda. El mismo llavero que le habían dado en el trabajo, el logo del programa. Exactamente el mismo- Pues ahora, dudo que tu tío pueda pagar tu rescate...está en un avión. Rumbo a... ¿Italia? ¿Rusia? Realmente ni lo sé. Irá a donde los palurdos de la mafia de mi padre se lo lleven, ni idea de lo que van a hacer con él. Y su móvil lo tengo Y por cierto... Intenta escapar y te las veras con mi padre y sus
amiguitos.
- ¿Tu padre?
- Sí. ¿Es que tú no sabías que mi padre es el jefe de una
mafia? -dijo con toda la normalidad del mundo.
- ¿¡Qué!?
- Lo que oyes.
*POV de ???*
Llevaba una semana sin venir. No tenía la menor idea de lo que le estaba ocurriendo. Extrañaba espiarla, observarla sin que se diera cuenta. Tenía miedo, en el fondo, de que algo grave estuviera ocurriendo. Dejé notas en su mochila, que estaba en clase, perobla mochila siguió siempre intacta. Sheila... vuelve. Extraño verte sonreír al leer mis notas. Te extraño.
*POV de Sheila*
Pasé allí dentro la peor semana de mi vida. No me movía de
esa silla, mi comida era escasa, siempre recibía torturas de esa chica, o de
algunos de los amigos de su padre, me pegaban o me cortaban. Yo les insultaba, intentaba luchar contra ellos pero me amenazaban con matarme. Solo me dejaban
levantarme para ir al baño. No sabía cuándo me iban a soltar. Me prometí a mí
misma que al salir de ahí iba a acabar con todo esto rápidamente. Me había
cansado de vivir de esta manera. Bueno, me había cansado de vivir. Por la noche, cogía las notas arrugadas que ahora había puesto en mis bolsillos y las leía. Lo único que conseguía era llorar aún más. Mi cuerpo temblaba, mis fuerzas eran prácticamente escasas.
Hasta que
llego el día en el que por fin, con toda la fuerza del mundo, conseguí
deshacerme de esas cadenas. Corrí con todas mis fuerzas, como nunca había
corrido, esquivando a todos los hombres aquellos que había allí. Con los ojos cerrados por el miedo le pegué un puñetazo a un hombre. Salí a la
calle, y me dirigí al estudio. Subiendo por las escaleras del
edificio, alguien me detuvo, agarrándome del brazo. Me dolia el brazo por las cadenas.
- ¿Se puede saber a dónde vas? -me dijo. No era una voz
conocida. No sé porque me habla si no me conoce. Me habla, así, como si me
conociera… Tampoco me fije en quien era porque no veía nada prácticamente, mis
ojos estaban muy empapados por las lágrimas. Me deshice de su mano, y corrí
escaleras arriba. Escuché como esa persona me seguía, pero yo corrí mucho,
hasta llegar hasta arriba. Esa persona no había llegado aún así que pensé que
no subiría. Me acerqué al borde del edificio.¿Los últimos minutos de mi penosa existencia? Probablemente. Por fin iba a poder hacer lo que
quería desde hacebmucho tiempo. Me duele por mi tío pero… no me importa ya
ahora. No me importa. No… -lágrimas rodaban por mis mejillas. Estaba segura de
hacer eso pero estaba segura también de que acabaría arrepintiéndome. Me
incliné hacía adelante. Ya no había vuelta atrás. O sí…
- ¡Para! -Alguien me agarró por la cintura, impidiendome caer.
- ¿Estás bien? No llores -dijo esa persona. Palabras que había leído. Una y otra, y otra vez.
- Me gustaría poder hacer algo para ayudarte, pero no puedo. Lo siento" -dijo esa persona, entre sollozos. "¿Porque llora tanto por mi? No me conoce"-llegué a pensar entre lágrimas.
- Dicen que el más débil por fuera, es el más fuerte por dentro. Así que tu tienes que ser fuerte. Hazlo por mi -dijo esas palabras que tenía grabadas en mi mente. Nadie más podría recordarlas tan bien como el que las ha escrito. Bajé del pedastal. Sin bajarme. Quería girarme. Lo quería hacer.
- Algún día toda esa gente se arrepentirá de todo lo que te ha hecho. Cada vez que te hacen algo me siento mal. Como si yo fuera el que te está destrozando por dentro. Pero... ahora, ya me he dicho a mi mismo que basta de ser tan cobarde. No pienso dejar que acabes con tu vida así. -me giré, mirando a esa persona a la cara. Unos ojos me observaban con tristeza. Sabía perfectamente quien era esa persona, aunque me costara asimilarlo. Sin pensarlo dos veces, lo abracé. Un abrazo entre desconocidos. Pero a la vez, conocidos. O por lo menos, a partir de ahora. Una parte de mi quería girarse y acabar con mi vida, pero esa parte cada vez era más y más diminuta. Me sentía como en una burbuja que me protegía, entre los brazos de esa persona. La única responsable de mis pequeñas sonrisas, de mis ánimos, aunque fueran pocos.
- Mi nombre es Choi Jun Hong. Pero puedes llamarme Zelo.