martes, 14 de enero de 2014

Capítulo 8 ~ Hope

Capítulo 8
Abro los ojos, temerosa, y veo a cinco o seis policías apuntando al jefe de la mafia. Suspiro. Estoy a salvo.
- ¡Manos arriba! -exclamó uno- ¡Y suelte el arma ahora mismo o disparo!
El hombre que me había privado de mi libertad, soltó el arma, tirándola al suelo, y levantó las manos. Un policía lo esposó, y este no opuso resistencia. Me sacaron las cadenas de las muñecas y esposaron a los dos “gorilas”. Roté mis muñecas, doloridas, demasiado doloridas, e intenté ponerme en pie. Me costó un poco, pero lo conseguí, y me dirigí andando hacía la puerta de esa casa. Tenía demasiadas ganas de ir corriendo, de abrazarle, de decirle que ya todo terminó, que podríamos estar juntos. Cogí aire, y salí de allí. Lo vi, sentado en el suelo, con la cabeza baja… Llorando.
*POV Zelo*
Todo ha terminado. Ya… ya no está. Ya no volverá. Es el final… Ella es demasiado joven para irse pero… se irá. Siento que mi corazón se ha detenido. Ya no siente igual que antes. Ahora solo siente dolor. Dolor por no poder a verla una última vez, dolor porque sé que no podré olvidarla. Nunca.
El sonido de mis sollozos es interrumpido por unas pisadas que salen de esa especie de casa. Veo a dos policías, arrastrando a los dos “gorilas” y a su jefe, dentro de un coche de patrulla, pero no veo a nadie más. No veo a nadie más.
“¿De verdad creías que iba a salir de ahí con vida? -Me pregunté a mi mismo, mirando hacia abajo. Estaba tan mal que no me daba cuenta de lo que ocurría a mi alrededor. No me di cuenta de que unos pasos se acercaban a mí, lentamente, cada vez más cerca… más cerca…
- He… he vuelto -noté una mano sobre mi hombro, levanté mi cabeza y vi unos ojos negros, que, inundados por las lágrimas, me miraban fijamente. Esos ojos en los que me encantaba perderme. Seguía agachada delante de mí, con una sonrisa rota. Aún en estado de shock, me levanté, tomé su mano y la levanté a ella también, sin dejar de mirarla. Y la abracé. La abracé como nunca antes lo había hecho. Apoyando mi cabeza sobre ella, acariciando su espalda con mi mano, inundando sus ojos con aún más lágrimas.
- Te he extrañado demasiado… Pensé que iba a morir -no me podía creer que fuera real, que estuviera bien, todo era… un sueño.
- No hace falta que lo digas… lo sé -dijo, sin deshacerse del abrazo.
En medio de aquello, aparece una furgoneta negra, una furgoneta muy familiar. La ventanilla delantera baja, y aparece el rostro de Yongguk.
- ¿De verdad pensaste que no llamaríamos a la policía? -dijo, medio sonriente.
- Gracias… de verdad. No sé cómo agradeceros esto… yo… -quería seguir hablando pero no podía, mi llanto lo evitaba. No podía controlarme.
- Anda, no llores… ¿Qué os parece si hacemos una cena por todo lo alto para celebrar que Sheila ha vuelto? -dijo Youngjae que también se asomó por la ventanilla de la furgoneta.
- ¡Vale! Me parece buena idea -le dije.
Aquella misma noche…
Al final, aquella cena por todo lo alto, acabaron siendo hamburguesas del McDonald’s… Pero, ¿Qué más da? Somos felices, sobretodo yo. Soy la persona más feliz del universo. Nadie puede estropear este momento.
- Aish… No puedo dormir con este frío -pensé, dando vueltas por toda la cama. Me preguntaba que estaría haciendo ella en este momento. ¿Estará dormida?
- ¿Estás dormida? -me asomé por la puerta de su habitación, la luz seguía encendida.
- No… No puedo dormir. Hay tantas cosas que me preocupan.
- No tienes que preocuparte por nada ahora mismo…  ¿Sabes qué? Tengo una buena noticia.
- ¿Qué noticia? -se levantó y se sentó a mi lado.
- ¿Recuerdas que te dije que hoy teníamos el comeback stage y… qué pensaría en ti? Pues… hemos ganado. ¿No es genial?
- ¡Woow! ¿En serio? ¡Felicidades por el premio! -exclamó.
- Todo es gracias a ti… Si no fuera por ti, no habría tenido motivación para hacerlo bien allí arriba.
- No cal que me des las gracias, seguro que solo te he dado preocupaciones…
- ¿Qué más da eso ahora? Ahora solo me importa el hecho de que estás aquí… y nadie, ni nada, va a cambiar eso. Nadie va a cambiar nada, todo saldrá bien.
- ¿Estás seguro de todo eso? Siento ser tan insegura…
- Es normal que estés así pero… estoy tan seguro de que estarás bien como de que te quiero
*POV de Sheila*
Sonreí, poniendo mi mano sobre la suya. Él fue acercándose más a mí, hasta que yo estaba entre él y la pared, y él estaba prácticamente encima de mí. Puso su otra mano en la pared, acercando su cara hasta la mía, fundiéndonos en un beso.
10 años después… 24 de diciembre.
No me puedo creer que ya hayan pasado diez años desde que estamos juntos, diez años desde que llegué aquí, diez años desde que… pasaran tantas cosas. Nuestra relación se ha hecho pública este año, ha sido muy bien aceptado por todo el mundo. También hace cinco años que entré a la universidad, y ahora trabajo en un hospital. Todo ha cambiado tanto… Miro hacia atrás y pienso en todo lo que me ocurrió, ahora mismo esa gente sigue en la cárcel, lo que me alivia mucho. Zelo y yo alquilamos una casa para los dos, él sigue estando en el grupo, por supuesto. Han pasado diez años pero sigue siendo el mismo de antes.
Hoy, la Navidad, se hace notar por todos los rincones de las calles de Seúl. He quedado con él en el lugar al que me llevó la primera vez que salimos. Todo sigue igual. El mismo banco, el mismo ambiente… tampoco han cambiado las luces. Me siento, esperando a que llegue él. Pero no llega… recibo un mensaje de suyo, cojo mi teléfono y lo leo.
“No creo que pueda venir… Tengo otros planes. Pero he dejado algo de comida por si tienes hambre en tu bolso sin que te dieras cuenta, no soy tan malo”
Sorprendida, cerré mi teléfono, sin contestarle.
- Será descarado… Dejarme aquí sola, por toda la cara, en nochebuena… ¿Es nuestro día, no? -tenía muchas ganas de llorar, pero fueron interrumpidas por el sonido de mi móvil… otra vez.
“Anda, no llores y mira lo que hay en tu bolso, debes tener hambre”
- Que no llo… ¿Cómo sabe lo que… -miré a mi alrededor pero no vi a nadie, así que decidí mirar lo que había en mi bolso. No vi nada de comida solo vi… ¿Una cajita azul?
La saco del bolso cuidadosamente, mientras lo hago no me doy cuenta de que alguien se me acerca silenciosamente por detrás. Veo que en la tapa hay un papel pegado en el que pone:  “Bueno, al final lo de la comida no ha podido ser pero…” La abro, veo un pequeño anillo plateado dentro de esta. Noto como me abraza por detrás, yo sigo muy sorprendida, me da un beso en mi mejilla, un escalofrío recorre todo mi cuerpo de arriba abajo al notar su roce.
“Aceptas estar con este idiota que se ha enamorado como un tonto de ti para siempre?”
***
Si quieres a alguien, lucha por estar con esa persona hasta el final… nunca creas que todo ha terminado si aún tienes un poco de esperanza, si aún no es el final.
***

Jfdsifjosdfjsdofj pues ala, y vivieron felices y comieron perdices y todo lo que se dice, LOL. Espero que os haya gustado mucho <3 Sí, lo sé, ha sido muy corto, pero mientras os haya gustado soy feliz :3 Es el primero que acabo así que aplaudidme, que he sido buena persona por acabarlo (??????)  Si os ha gustado compartidlo ~ La verdad es que estoy satisfecha porque es el único fanfic decente que he escrito… Pueeees bueno. Missx se despide. ¡Hasta la próxima!

domingo, 12 de enero de 2014

Capítulo 7 ~ Memories

*POV Sheila*

Llevaba mucho tiempo encerrada en ese lugar, sin haberle visto la cara a nadie excepto a los gorilas esos. Notando el dolor de esas terribles cadenas, no era la primera que sufría ese tipo de dolor. De repente, alguien entro. Alguien, tan terriblemente familiar que me dolía. Lo peor es que entró tranquilamente a la sala, con una maléfica cara.

- ¡¿Tío?! -exclamé- ¿A ti no te habían secuestrado?
- Eres tan inocente, niña estúpida… Me parece increíble cómo puedes creértelo todo así como así. ¿Y aún sigues llamándome tío?
- ¿Quién eres? ¿Y mi tío?
- Yo soy tu supuesto tío, el que acabará contigo. Aunque tranquila, no tenemos ni una sola gota de sangre en común así que ese deseo de matar dudo que lo lleves en los genes.
- ¡Suéltame, imbécil! -grité, volviendo a tirar de las cadenas, aunque este gesto solo me sirviera para hacerme más daño aún.
- ¡Calla! -sacó una especie de pistola y me apuntó con ella- ¿O quieres morir antes de lo previsto?
Callé, bajando mi cabeza y llorando. Había estado más sola de lo que imaginaba. ¿La única persona que me ayudado ha sido Zelo? ¿Los demás del grupo un poco? ¿Qué importa eso ahora? Solo me senté, observando la lucecita de mi teléfono, parpadear cada dos por tres. ¿Está preocupado por mí? Quería leer lo que me estaba enviando. Me estiré todo lo que pude hasta lograr alcanzarlo. Dolía pero me daba igual. He aprendido a soportar el dolor.

Por favor, ayúdame… Quieren… matarme -después de haber conseguido coger mi móvil, que me habían quitado, le di al botón de enviar, con mis temblorosos dedos. No sabía cómo había conseguido alcanzarlo, me sangraban las muñecas mucho y dolía demasiado. Mi estómago crujió otra vez. Llevaba tres días sin comer. Me habían dicho que, como iban a matarme, iba a ser mejor que no comiera para tener menos fuerza para intentar liberarme. Escuché como uno de los hombres esos grandes dijo que querían matarme el día 28. ¿Qué día es hoy? No lo sé, no tengo ni idea. Solo sé que tengo mucho miedo. Si he de morir, que me maten ahora mismo. No quiero sufrir más…

Vi que tenía muchos mensajes. Los abrí, y los leí. Eran de… ¿De quién iban a ser? -No podía parar de llorar mientras los leía, notaba que los ojos me dolían mucho y se me enrojecían. Vi que me envió los mensajes ayer… día 27. Había perdido tanto la noción del tiempo, que ni sabía en qué día estábamos. Ni siquiera sabía si estábamos en Corea. No quería morir tan pronto. No, hoy no es mi día. No. No quería… Tiré mi móvil al suelo, apoyando mi cabeza contra la fría pared, y cerré los ojos. Solo deseaba que alguien me salvara. No quería que mi vida acabara habiendo vivido tan mal. Teniendo tantas cosas que hacer, tantas cosas por vivir, una persona a la que amar, tantos años por delante. Tantas primaveras, tantos inviernos, tantos otoños y veranos… queriendo estar a su lado. Quería hacer todas esas cosas, todos esos deseos, todas esas cosas que tanto anhelaba… realidad.

*POV Zelo*
Leí el mensaje, mis manos temblorosas marcaron el número de mi amigo, el que me ayudaba con el caso y le expliqué todo. Me dijo que vendría corriendo, que sabía la manera de arreglarlo todo.  Fui a los de seguridad, les enseñé una foto de él y les dije que si lo veían, que lo dejaran entrar.

“¡Después de los que están actuando ahora vais vosotros! ¡B.A.P! -escuché a alguien decir, corriendo me senté en el tocador y me arreglaron el maquillaje otra vez. Acabaron, me situé junto al escenario. Subimos, y el espectáculo empezó. Todo sincronizado, todo perfecto, cada palabra de mi rap sentí como si se la estuviera dedicando a ella. Lo di todo. Las fans gritaban mucho. Toda mi energía se liberó en esos 3 o 4 minutos de canción. Todo terminó, sentí como los aplausos y los gritos me invadían. Me sentí completo pero a la vez incompleto. Tenía ganas de bajar y de… acabar con esto ya de una vez. Si es que podíamos acabar con esto.

-¡Jun Hong! -exclamó mi amigo desde la otra punta, dándome un papelito con una llamada- Llamé a la policía, descubrieron donde se encontraba ella gracias al mensaje, supieron desde donde se había enviado. Corre.

Agarré el papel, cogí mi móvil y puse el GPS. No tenía tiempo como para esperar un bus, así que corrí, corrí muchísimo hasta casi quedarme sin aire. Iba con la ropa con la que había actuado, y encima llovía a cántaros, pero no me importaba. Llegué al supuesto lugar, una especie de almacén abandonado, con paredes agrietadas y con muchas manchas de humedad que delante tenía un cartel publicitario gigante pero abandonado. Me adentré en el lugar, temblando del miedo y del frío, empujando la enorme puerta de metal que había en la entrada. No vi a nadie, cuando pasé por el pasillo que había en la entrada. Me extrañó mucho no ver a nadie en el primer pasillo por el que pasé. Era un pasillo muy extraño, estrecho y con el suelo blanco… y las paredes blancas. Pero al girar al final del pasillo… Me topé con dos hombres negros, altos, enormes como gorilas.

- Mierda. Mucha mierda -pensé. Me agarraron de los brazos, dolía mucho ya que tenían mucha fuerza.
- Jefe, hay un intruso -dijo uno de los gorilas a través de un walkie talkie, mientras yo intentaba deshacerme de su agarre.
-¿Descripción? -dijo una persona que desconocía.
- Muy alto… y…
- Con eso me basta. Sé quién es. Creo que vamos a divertirnos un poco…

*POV Sheila*
- ¿Qué significa que nos vamos a divertir? -dije, entre lágrimas. Había escuchado lo que habían dicho los gorilas esos a través del walkie talkie.
- Calla, niña estúpida -sacó una pistola y la puso sobre mi cabeza- ¿O tienes acaso algo que decir?
- No… -callé, muerta de miedo.
- Pues, ahora se ve que el chico ese estúpido tan alto ha venido hasta aquí… ¿No es romántico? -dijo, sarcásticamente- Bueno, lo sería si no fuera porque te vamos a acabar matando igualmente. Te aviso de que… si no le dices que no sabes quién es, que no te acuerdas de él… Vamos a matarte delante de él. Y si me apetece también lo matamos a él ¿No crees que sería divertido? -dijo, mientras volvía a colocar esta estúpida cosa sobre mí, y yo me estremecía. Ya no había nada que pudiera hacer. Iba a cumplir con sus órdenes. No quería que el sufriera más de lo que yo estoy sufriendo. No quiero que me vea morir. Fingiré no saber nada de él… aunque no sea real. Aunque me duela. ¿Qué importa ya? Más dolor no me hará mucho daño tampoco, he llegado a mi límite. Todo va a terminar. Dentro de unos minutos. Desapareceré, puede que dejé un rastro en algunas personas pero… tampoco es que haya sido una vida buena como para no querer morir. La única razón que me hace querer estar viva es… él.

Entraron los dos gorilas a la sala, cada uno le sujetaba de un brazo. Lo dejaron enfrente de mí, de rodillas mientras lo agarraban con fuerza. No pude verle la cara, no me miraba, probablemente se avergonzaba de estar así. De que todo fuera a acabar así. Cogí aire, aunque apenas tenía capacidad para hacerlo. El jefe me apuntaba con su pistola.

- ¿Quién… quién eres? -tartamudee, las lágrimas se escapaban de mi lagrimal, como si fueran gotas de lluvia. Levantó su cabeza, pude observar sus ojos enrojecidos, en su rostro se reflejaba un corazón roto, una persona rota.
- ¿Cómo que quien soy? ¡¿Cómo que quién soy?! -volvió a bajar la cabeza, respiraba agitadamente, me miró a los ojos, probablemente, la última vez que iba a notar como alguien me miraba de esa manera, mi corazón se encogió mucho- ¿Estás llorando? ¿De verdad no te acuerdas de mí, yo, que te lo di todo? ¿Qué te he hecho sonreír?
- ¡He dicho que no me acuerdo! ¡No sé quién eres! ¡Vete! -exclamé, sin pensar lo que decía. Quería decirle adiós. Decirle que lo amaba muchísimo, aunque no pudiéramos estar juntos. Pero… no podía. Vivía amenazada por el mal. No quería que las cosas acabaran así pero no había otro final para mi penosa historia. Una historia penosa, con un final penoso. Así ha sido mi vida.
- ¿Ves? No sabe quién eres, no sé haces aquí, vaya pérdida de tiempo -le dijo el jefe a Zelo, mientras los gorilas se lo llevaban hasta la puerta. La última vez que vi su cara. Que iba a verle. No podía dejar de llorar, mi corazón se partía en millones de pedazos. ¿De verdad así iba a acabar todo? Noté como puso, la persona a la que más odiaba en todo el mundo, la pistola sobre mi sien. Cerré fuerte los ojos. ¿Sabéis siempre cuando alguien está a punto de morir, recuerda toda su vida? Pues, por mi mente, solo pasaron recuerdos buenos. Recuerdos con él. Nuestro primer beso. Aquella nochebuena. Aquel helado de chocolate. Aquellos días tan felices en el apartamento... Algunas tan insignificantes, pero tan... importantes...


 Escuché el ruido de alguien, recargando su pistola. Pero ese ruido no era precisamente cercano, provenía de la otra punta de la sala, pude notarlo. Abrí los ojos. No. No todo iba a terminar ahí. No ahora.

Capítulo 6 ~ Missing you

Capitulo 6
Desperté notando mi cabeza muy fría, no sabía porque, ni cómo. Al abrir mis ojos, me di cuenta de que me había quedado dormida frente a la ventana del comedor. Noté como una mano acariciaba delicadamente mi mejilla.

- ¿Por qué eres tan hermosa? -dejó escapar esas palabras en un susurro. Sonreí ante ello y volví a cerrar mis ojos.
- ¿Cuánto crees que van a tardar en despertarse los demás? -le pregunté.
- No creo que tarden mucho. Pero cuanto más tarden, más tiempo tendremos para estar los dos solos -Me dio un beso en la frente y se levantó a despertar a los demás. Abrimos los regalos, entre risas. Me acordé de que yo, a él, no le había regalado nada. Me sabía muy mal. Así que decidí arriesgarme, total, por bajar a la tienda del barrio a comprarle algo no me va a pasar nada, ¿no?
-  Chicos… Ahora vengo, voy a ir a comprar bolsas de basura para tirar… los envoltorios de los regalos, que no quedan -puse alguna excusa para poder bajar y comprar su regalo. Me la jugaba, muy mal jugada. Pero en ocasiones hay que arriesgarse.
- ¡Estás loca! ¿Cómo quieres ir sola? ¿O no te acuerdas de lo que estuvo a punto de pasar la otra vez? -gritó Zelo, que me agarró del hombro, para evitar que me fuera.
- Tranquilo… Solo voy a la tienda de aquí al lado. Nada va a pasarme. Probablemente se hayan cansado de seguirme.  Ha pasado ya más de una semana. ¿Piensas que van a seguir?
- No, pero… Ayer…
- Pero nada. Nos vemos en un minuto, ahora subo otra vez -Me despedí de ellos y cerré la puerta. “Quien sabía lo que me esperaba allí fuera” Intentaba no ser negativa. Pensar que no iba a pasar nada. Pero tenía miedo igualmente. Caminé por los pasillos, paso tras paso, el sonido de mis zapatos retumbaba. Apreté el botón del ascensor, y me paré a mirar como la lucecita roja parpadeaba y como el ascensor subía. Estuve en él un minuto, y cuando llegue a la planta baja, salí de él. Con el miedo encima, salí a la calle. Miré hacía todos lados intentando acechar a alguien sospechoso. No vi a nadie, y empecé a caminar con una mínima seguridad por la calle, intentando alejarme de los callejones y de los sitios peligrosos. Todo iba bien hasta que empecé a sentir unos pasos, unos pasos que no era la primera vez que escuchaba, se me hacían tan extrañamente familiares, que daba miedo. Asustada, empecé a acelerar el paso, pero el paso de esa persona fue acelerándose también. Me quedaban pocos metros para llegar a la tienda. Allí estaré a salvo. Cada vez los pasos se oían más claros. Más fuertes. Presa del pánico, me puse a correr, eché a correr como nunca lo había hecho en la vida. Veía la tienda cada vez más cerca pero… Todo ocurrió demasiado rápido. Un brazo rodeándome por detrás. Grité. Por un momento pensé que era Zelo intentando detenerme de irme sola pero… No. Un pañuelo sobre mi boca, un olor muy extraño, pero a la vez, no era la primera vez que lo olía. Una lágrima corriendo por mi mejilla. Se acabó. Todo acabó. Este ha sido siempre mi destino. Cierro mis ojos. Oscuridad….

*POV Zelo*

- ¿Crees que es normal que esté tardando media hora en comprar un par de bolsas de basura? -Seguía paseándome de arriba abajo, por todo el pasillo, mordiéndome las uñas. Media hora desde que se había ido.
- No, no es normal… Yo me empezaría a preocupar un poco -dijo Yongguk.
- ¿Crees que no lo estoy? -le contesté, dejando escapar un suspiro. Me senté en el sofá, con mis manos sobre mis rodillas y mi  cabeza baja, para que los demás no notaran que tenía los ojos llorosos. Un incómodo silencio nos invadió. El tictac del reloj era el único sonido audible en la sala. Hasta que, sin pensármelo dos veces, me levanté, salí de allí, pegando un portazo, y me fui en su encuentro. Salí del edificio, me recorrí todas las calles del barrio, corriendo como un loco, pero no la vi. Fui a la tienda y me dijeron que no la habían visto. Incluso fui a… aquellos lugares en los que habíamos estado los dos. Aquel parque. Pero tampoco estaba. Agotado, me senté en el banco. Llorando como un idiota, sin importar si alguien me veía. Solo podía escuchar mis llantos y mi respiración entrecortada. Cogí mi móvil, la llamé una y otra vez. Pero todo el rato saltaba el maldito contestador. La rabia fue aumentando en mí, lancé mi móvil al suelo, apenas podía controlar lo que hacía. Me había vuelto loco. Por ella. Me sentía desesperado. Desesperado por no volverla a ver, por no volver a ver su sonrisa. Caminé hasta el apartamento de nuevo, cuando estaba caminando pasé por enfrente de una estación de policía. Le expliqué todo lo que había pasado.

- Es muy difícil que atrapemos a los secuestradores ya que no sabemos nada ni tenemos pruebas… Intentaremos ser positivos e investigaremos lo más de podamos. Pero… no hay muchas posibilidades de que podamos encontrarla con vida -dijo, noté como me estremecía y mis ojos se inundaban… de nuevo- Normalmente son mafias que buscan un rescate por una persona o… vender sus órganos. Solo quieren dinero. Pero… seremos positivos e intentaremos encontrarla sana y salva.
- Gracias… -salí de allí, destrozado, y fui a casa. Todo era una mierda. Nada estaba bien. No podía sobrellevar esto. Nunca. Me dolía mucho el corazón. Solo quería verla, verla una sola vez más, abrazarla una sola vez más. Poderle decir que la quiero, que la amo, que la necesito mucho. Al principio empezó siendo un intento de ayudarla porque me daba pena por lo que estaba pasando, continuó siendo un “Me gusta” y… ahora la necesito. Ahora es cuando me doy cuenta de que cuando pierdes algo, es cuando te das cuenta de lo mucho que lo amas.
- 2 semanas después-
¿Puedes concentrarte más, Zelo? -me dijo Yongguk, mientras apagaba la música de la coreografía que estábamos ensayando. Llevaba dos semanas terribles. Nada me salía bien. El hecho de pensar que nunca podría volverla a ver, que probablemente ni vivía, me comía por dentro. Intentaba sobrellevarlo pero no… No había manera. No pararé hasta que al menos esa gente… sufra por lo que le ha hecho. Acabamos de ensayar, nos fuimos a casa, y al ver lo desordenada que estaba mi habitación, decidí limpiarla un poco. Cuando estaba sacándole el polvo a las estanterías, un papelito polvoriento amarillo cayó sobre mis pies.
- Oh…  -Leí el número que había en el papelito. Era de un viejo amigo de la infancia. Recordé los viejos tiempos con esa persona, cuando teníamos seis años y éramos críos. También recordé que me explicó que había estado trabajando unos años en la policía, e investigaba en muchos casos. En ese momento recordé a Sheila, y decidí llamarle.
- ¿Jun Hong? -dijo- ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal todo?
- Bien, bueno, no muy bien, pero… no llamaba para conversar. Me gustaría pedirte un favor. Un favor muy grande.
- Habla. Haré lo que sea.
- Pues… una mafia… secuestró a mi novia. Lleva dos semanas desaparecida, no sabemos nada, la policía no sabe nada. Tengo mucho miedo. Tengo miedo a no verla nunca más. A no saber nada de ella nunca más. Y tú… has trabajado muchos años investigando. Encontré tu número de teléfono y me acordé de eso. Sé que no es fácil, pero a ti se te da muy bien esto y… necesito encontrarla o me volveré loco. Por favor… te devolveré el favor.
- Lo… lo siento -dijo bajito a través del teléfono- No te preocupes. Intentaré ayudarte. Yo investigaré sobre todo esto. Cuenta conmigo.
- Muchas gracias… De verdad. Si de verdad encuentras algo o sabes algo… Llámame. Si lo conseguimos… te estaré muy agradecido siempre.

                                                                                              ***

Pasaron las semanas. ¿Dos semanas? ¿Tres semanas? No lo sé. Nuestro comeback se acercaba. Un ensayo, detrás de otro. ¿Por qué sentía que nada me salía como antes? ¿Qué nada me salía bien?
- Zelo, como líder te lo pido, dalo todo de ti en este comeback… Sé lo mal que te sientes, lo destrozado que estás pero… Piensa en lo orgullosa que estará ella cuando te vea hacerlo tan bien cuando la rescaten. Piensa en eso. ¿De acuerdo? Si no puedes hacerlo por ti, hazlo por ella.
- De acuerdo… Voy a dejar de ser tan pesimista, seguiré adelante aunque no pueda… -le dije. Siguieron pasando los días, gracias a lo que me dijo Yongguk, me puse las pilas. Frente al espejo de la sala de ensayos me veía la persona más energética, con más ganas y motivación del universo, aunque por dentro… estaba roto. Muy roto. Grabamos el MV, todo salió bien, aunque yo no estuviera bien por dentro y se notara. Era como si me transformara después de grabar, cuando no estaba la cámara. Llevaba tanto tiempo sin ser la persona que era antes. Mis compañeros del grupo me preguntaban si estaba bien, sabían que no era así, y sabían  porque, pero me lo decían para ¿Intentar que me sintiera mejor? Esperaremos a que eso ocurra. Algún día. Cuando vuelva a verla… Un par de días después estaba en casa, tumbado en mi cama con el teléfono móvil.
¿Sabes? Mañana tengo el comeback stage en el escenario… Pensaré en ti cuando suba ahí arriba. Solo en ti. Y te enviaré fuerzas. Aunque no lo notes, aunque no leas mi mensaje -envié otro mensaje, otro de los tantos que le había enviado, preguntándole estúpidamente si algún día volvería a mi lado, aunque sabía que no contestaría. Le envié otro mensaje.
“Te extraño demasiado. Cada vez que pienso en ti noto mis mejillas humedecerse. Quiero volver a verte… ¿Seguirás con vida? ¿Lo estarás pasando mal? ¿Piensas en mí? … No sabes lo difícil que es para mí escribirte esto. Si te ibas a alejar de mí… Por lo menos me gustaría haberte dicho adiós. Haberte dicho que te amo mucho, aunque fuera la última vez que te lo dijera…”  -Envié el mensaje, dejando el móvil en la mesita cargándose, mirándolo todo el rato, con la ilusión tonta de recibir una respuesta, aunque sabía que eso nunca iba a pasar.
Al día siguiente, en los estudios de la Mnet.

Este lugar me trae recuerdos… Tantos recuerdos. Aquí la vi por primera vez. Me gustaría que estuviera ella ahora entre el público, o en el backstage dándome ánimos… Pero esta vez tendré que ser yo el que piense en ella. Estaban arreglándome el maquillaje cuando de repente, mi móvil sonó. Le pedí a la maquilladora que parara, que era urgente, y me alejé a leerlo. Mi cuerpo empezó a temblar mucho, empecé a empalidecer. La respuesta que había estado esperando… todo este tiempo.

miércoles, 8 de enero de 2014

Capitulo 5 ~ Christmas love

Capitulo 5 ~ Christmas Love

24 de Diciembre
Diminutos copos de nieve caen y se dejan ver a través del cristal de la ventana. Son prácticamente las 6 de la tarde, y ya ha oscurecido. Permanezco dentro de ese apartamento, sentada en la repisa de la ventana, observando las calles, dibujando en el cristal empañado. Me gustaría salir. Me siento tan cobarde, tan estúpida, encerrada aquí dentro. Se supone que esta noche tendría que ser especial… y estoy muy aburrida.

- ¡Feliz Nochebuena! -dijo alguien, poniéndome un gorro de Navidad en la cabeza. Eché mi cabeza hacía atrás para ver quién era. Reconocería esos ojos y esa sonrisa en cualquier parte.
- Feliz Nochebuena -me giré, otra vez, y seguí mirando por la ventana.
- ¿Qué te pasa? No tienes buena cara…
- Solo… -bajé mi cabeza, intenté contener mis lágrimas. Llevaba unos días sin llorar, no sabía porque. Apenas tenía fuerzas para ello después de haberlo hecho tanto- La Navidad me pone triste. Es la primera Navidad que paso sin mi madre. Y… es una mierda. Todo es una mierda.
- Seguro que ella estará feliz allí arriba sabiendo que su hija no esté sola estas Navidades… Nos tienes a nosotros ¿Recuerdas? 
- Ya pero…
- No quiero más peros… Ven aquí -en ese momento, inesperadamente, me puso un antifaz en los ojos.
- ¿Se puede saber qué haces? -exclamé, intentando quitármelo, pero él puso sus manos sobre el antifaz.
-  Voy a hacer que este día deje de ser aburrido. A partir de hoy. -me agarró de la muñeca, aún dolorida por aquellas cadenas que prefiero no recordar, y escuché el ruido de la puerta cerrándose. No sabía a donde me estaba llevando. Tenía miedo de salir, pero sabía que con él, nada me iba a pasar. Pude oír el ruido del ascensor bajando, escuché como me arrastraba por calles en las que podía oír el ruido de la gente, el seguía arrastrándome, yo iba con el miedo de chocar contra una farola, un árbol o un semáforo pero confiaba en él. Me dijo que me sentara, me senté en una especie de banco y me quitó la venda.
- Oh dios mío -Mis pupilas brillaban al ver aquello. Estábamos en un enorme pero solitario parque, los árboles, los bancos, las plantas… estaban envueltas de pequeñas, brillantes y parpadeantes luces que transmitían un ambiente precioso. De lejos se podía ver un exageradamente enorme árbol de Navidad que había en el centro de la ciudad- Gracias. De veras… No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí.
- ¿Eres feliz? -me preguntó, aunque ya podía imaginarse la respuesta.
-No lo he sido siempre, pero ahora, soy más feliz que antes. Gracias a ti -respondí- Gracias por haber aparecido en mi vida. Si no fuera por ti… Me habría arrepentido de haber hecho lo que quería hacer. Gracias por haberme ayudado a apreciar mi vida y a seguir adelante. Y siento haber sido tan cerrada contigo en ocasiones… lo he sido siempre con todo el mundo pero tú… Eres diferente.
- No tienes por qué darme las gracias. Yo debería dártelas a ti… Me has cambiado mucho. Nunca había sufrido por una persona. Nunca había sufrido por alguien que no fuera yo. Siempre me he preocupado por mí mismo. Hasta que apareciste tú. ¿Sabes lo mal que me siento cada vez que dices que tu vida es una mierda? ¿Cada vez que has dicho que quieres morir? ¿Cuándo dices que no eres feliz? Me siento un inútil cada vez que dices esas cosas. Me siento incapaz de hacerte sonreír.
- Idiota -puse mi mano sobre su pecho, estaba llorando, pero no me daba cuenta. Me había acostumbrado a hacerlo siempre y ya no me daba cuenta- ¿Crees que no me he dado cuenta de todo eso? ¿Piensas que soy tan egoísta para no darme cuenta de lo mal que lo pasas al verme así? Ninguno de los dos quiere esto. Pero hay cosas que no podemos evitar. No pienso estar tranquila hasta que la gente que me ha hecho daño reciba su castigo. Quiero poder respirar tranquila. No vivir con miedo. Quiero ser feliz a tu…

En ese momento, la distancia entre nosotros disminuyó, al igual que mi ritmo cardiaco. Por un momento, pensé que el corazón se me paraba. Interrumpió mis palabras con un suave e inesperado beso. Abrí mis ojos, sorprendida, pero estos acabaron cerrándose. Me dejé llevar, y correspondí a ese beso, que cada vez era más intenso. Puso su mano en mi hombro, y me acerco más a él. Por un momento me olvidé de todo. Había dejado de llorar. Mis lágrimas parecían haberse congelado. Cansados por la falta de aire, nos separamos.
- lado… -Terminé la frase, cogiendo aire, con los ojos abiertos como dos melones, intentando asimilar lo que había pasado.
- Me gustas… Me gustas demasiado. Tanto que creo morirme si te vas. Quiero que estés a mi lado, incluso si eso es imposible.  -sus ojos estaban clavados sobre los míos, como si le hubiera hipnotizado. No supe cómo, ni porqué. Pero aproximé mis labios a los suyos de nuevo. Él me correspondió y puso su mano en mi cabeza, jugando con sus dedos en mi pelo. Me estremecí al sentir su mano sobre mi cuello, como me acariciaba mientras sentía sus labios sobre los míos.
- Esa… es mi respuesta -dije tímidamente después de separarnos. Sentí un escalofrío. Realmente hacía mucho frío, y se había puesto a nevar. Nos levantamos, me rodeó con su brazo. Nos dirigimos hacía otra zona más comercial de la ciudad. Fuimos a muchas tiendas, y compramos regalos para todos los miembros del grupo.
- ¿Y mi regalo? -Hice un puchero mientras me sentaba en un banco, bebiendo el último sorbo de un chocolate caliente que me había comprado. Hacía mucho que no bebía algo así.
- ¿Tu regalo? Ah… para ti no hay nada. Solo amor y muchos besitos -me dio un beso en la frente, y bebió otro sorbo de su chocolate y rió- Mentira. Espera aquí, vuelvo enseguida -se metió en una calle y lo perdí de vista. Estaba tranquila mirando mi móvil hasta que recordé que estaba sola en la calle.
¡Mierda! -Pensé. No me acordaba de los secuestradores. De que me probablemente me están vigilando. Y estoy sola. Empecé a ponerme nerviosa y a temblar. Me escondí detrás de un árbol, sentada, amarrándome a mis rodillas. Solo deseaba que no viniera nadie. Que solo viniera Zelo, y me recordara que todo iba a estar bien. Escuché unos pasos. Y unas voces. Empecé a llorar.
- ¿Seguro que la niñata esa sigue aquí y está sola? -Dijo una voz grabe.
- ¡Claro! Solo tenemos que encontrarla. El jefe quiere que acabemos con ella ya directamente, solo es una molestia -Abracé mis rodillas con más fuerza, empecé a llorar en silencio. “Voy a morir”, era lo único que pasaba por mi cabeza. Quería que Jun Hong viniera y me salvara. Como lo hizo aquella vez. Miles de recuerdos pasaron por mi cabeza, y miles de expectativas sobre lo que me esperaba también.
- No quiero morir… -Dije para mis adentros. Hoy no. Hoy es un día especial. Hoy solo quiero ser feliz.
- Pues no la veo -dijo uno de ellos, cada vez sus voces se acercaban más a mí, cada vez tenía más miedo. Uno de ellos pasó por enfrente del árbol en el que estaba, pero no me vio. Empecé a hiperventilar, empecé a pasarlo muy mal.
- Pues se habrán ido -dijo el de la voz grabe- Vámonos.
- ¡El jefe va a matarnos! -dijo el otro secuestrador.
- Da igual. Aquí no está, no podemos hacer nada, se habrá escapado al oírnos -Cada vez escuchaba sus voces más lejanas a mí, hasta que ya no las escuché. Empecé a llorar y a desahogarme por toda la presión que llevaba encima. ¿Por qué no hay nada que salga bien? Me puse más tensa al escuchar unos pasos. Pero me relajé al notar su respiración en mí, y sus manos en mis hombros.
- ¿Has estado esperando mucho? ¿Me extrañaste? -Me abrazó por detrás, y me dio un dulce beso en mi mejilla. Se sentó a mi lado-
- Te he echado de menos -dije, con una voz temblorosa y muy bajito.
- ¿Qué te pasa? ¿Tienes frío? ¿Te pasa algo? -Empezó a lanzar preguntas, preocupado. Yo solo lo abracé fuerte, rodee mis brazos alrededor de su cuello y puse mi cabeza sobre ellos.
- Tengo miedo. Esa gente sigue persiguiéndome. Cuando no estabas han estado a punto de encontrarme, he tenido que esconderme detrás de este árbol y por poco me atrapan. He pasado mucho miedo -Le expliqué, aún me costaba respirar-  Decían que querían acabar conmigo. Que querían matarme.
- Está bien. Ya pasó. No llores -Acariciaba mi pelo para que me calmara, aunque me costaba hacerlo. Me di cuenta de que él también lloraba. Cuando paró, se deshizo de mi abrazo- Hoy no es un día para llorar… Hoy es nuestro día especial. Tu día especial.  Y tengo una cosa para ti.
- ¿Qué es? -Pregunté, sorprendida. No quería ningún regalo, no quería nada material, pero tenía curiosidad de que iba a darme.
- Cierra los ojos y abre las dos manos -Hice lo que me dije y noté como ponía algo sobre ellas. Abrí los ojos y vi una cajita azul marino.
- No hacía falta que me regalaras nada -dije, antes de abrirla- Pero… vamos a ver que es…
Abrí la cajita, y encontré un collar precioso de plata, con un corazón con unas pequeñas alas de ángel que salían de este. Lo agarré, era hermoso. Me ayudó a ponérmelo. Me quedaba tan bien… No sabía cómo darle las gracias por esto.
- Este… es mi corazón. Cada vez que te sientas sola, cada vez que te sientas mal, y lo veas… Piensa en mí.
- No sé cómo darte las gracias por esto… -empecé a mirarlo, emocionada-
- No hace falta que me las des otra vez. Y… te olvidas de un detalle muy grande -dijo. Miré en la tapa de la caja y vi una carta. La abrí rápidamente para ver lo que había puesto. Empecé a leer despacio, mientras él me observaba. Volví a sentir esas mariposas en el estómago, y ese nudo en el estómago que me indicaba que iba a llorar.

“De: Tu amor
Para: Mi amor.
Recuerdo aquel frío 17 de diciembre como si fuera ayer. Te  vi entrar cabizbaja por la puerta del instituto. Todas las miradas se posaban sobre ti. Miradas de odio, miradas extrañas, miradas vacilantes. Eras la nueva, la extranjera, la extraña, para toda esa gente, a la que no le preste atención. Poco a poco, fui observándote. Fui conociéndote, aunque tú no me conocieras. Y por desgracia, fui viendo cómo el mundo se te caía encima. Y sufría por no poder hacer nada para evitarlo. Y no sabía por qué. Y era porque me había enamorado. Como un loco. De una persona que ni conocía, pero a la vez, cada vez que la veía mal, me sentía yo mal, como si se tratara de mi misma persona. Cada vez que tú sufrías, yo lo hacía también. No te dabas cuenta, pero en aquel entonces, ya te quería. Aunque no lo admitiera. Cuando no viniste a clases durante una semana, creí que te había pasado algo grave. Y por desgracia fue así. Me sentía inútil por no haberlo podido evitar. Por no haberte protegido desde un principio. Me sentía fatal solo con pensar lo que habías llegado a sufrir. Pero llegó el día en el que tome el valor y el coraje. Llegó el día en el que nuestros caminos se cruzaron. Sí, te salve la vida pero… no me merezco ser aplaudido por ello. Porque era lo que tenía que haber hecho. No necesito que me des las gracias. Por nada. Porque voy a seguir protegiéndote siempre. Toda la vida si hace falta. Hasta que seamos viejos y se nos caiga el pelo si hace falta. No dejaré que te sientas sola. Y tampoco pararé hasta que esa gente que te ha hecho tanto daño, reciba el castigo que se merece. Porque te quiero, y quiero unas Navidades como estas, este año, el año que viene, y el otro, y toda la eternidad. Necesitabas a alguien que se quedara a tu lado… Pues lo has encontrado. Feliz Navidad.”

- Yo… yo no sé cómo expresar lo que siento por lo que acabas de escribir… -me sequé una lágrima con la manga de mi chaqueta.
- No necesitas decir nada. Solo quédate aquí. Conmigo. -Volvió a besarme y vino a mi mente el beso de la última vez. El frío se alejó de mí en cuanto sentí el roce de sus labios sobre los míos, como agarraba mi cintura, como nuestras lenguas jugaban, como mordía mi labio inferior y después volvía a besarme más apasionadamente que antes. Me gustaría que estos momentos no terminaran nunca, que quedaran congelados en el tiempo. Una de las pocas personas que me ha dado lo que yo quería, y la única que sigue aquí, conmigo, ahora mismo. Quiero que se quede a mi lado. Para siempre.


Son las doce de la noche. Permanecemos dentro de ese apartamento, sentados en la repisa de la ventana, observando las calles, dibujando corazones en el cristal empañado. Esta noche es especial. Porque estoy a tu lado 

martes, 7 de enero de 2014

Capitulo 4 ~ Miedo.

Capitulo 4 ~ Miedo

*POV de Zelo*
 - ¿Quién era? -dijo ella, acercándose a la puerta. Se agachó hasta que sus ojos quedaron alineados con los míos, preocupada por mi reacción al abrir la puerta y ver quien era.
- El… repartidor de pizzas. Se ha equivocado de puerta -puse una excusa para que no se asustara.
- ¿Y por qué tiemblas? -noté el nerviosismo en sus palabras- Sheila... ve al salón y arrastra la mesa del comedor pequeña hasta aquí. Yo aguantaré la puerta.
- ¿Por qué?
- ¡Tú Hazlo! ¡Corre! -le dije, nervioso. Fue hasta el comedor y la perdí de vista unos segundos. Vino arrastrando la mesa con todas sus fuerzas, me levanté y ella la colocó enfrente de la puerta. Le dije que trajera sillas, muebles, todo lo que pudiera y no pesara mucho, yo le ayudé. Todo el rato me pedía explicaciones, yo no quería dárselas, pero creo que ya se ha dado cuenta de lo que está pasando. Notaba el miedo en ella, pero yo tenía más miedo aún. Cuando ya no quedaban más cosas por coger, subí a uno de los muebles que me impedían el paso y miré por la mirilla de la puerta. Esa persona seguía ahí.
- ¿Quién hay ahí? ¡Cuéntame lo que está pasando o abro la puerta! -exclamó.
- ¿Se puede saber el porqué de todo este escándalo? -un Yongguk muerto de sueño apareció en la escena- Mañana tenemos una agenda apretadísima. Zelo, ¿Se puede saber qué haces despierto a las 3 de la mañana arrastrando muebles con Shei…
- ¡Shh! ¡Calla! Hay alguien ahí detrás… Va armado. Está intentando abrir la cerradura. Esconde a Sheila en un lugar seguro, yo llamaré a la policía.
- ¿A Sheila? ¿Qué pasa con ella? -preguntó Yongguk.
- No podemos dejar que le pase algo. Vienen a por ella. Y eso está claro -Yongguk se alejó con Sheila y yo cogí el teléfono y llamé a la policía, diciendo que había un hombre armado en la puerta de mi casa, e intentaban entrar. Lo dije lo más flojo que pude para que nadie me escuchara, pero cuando fui a mirar por la mirilla… Esa persona se había ido. Volví a llamar a la policía para aclararlo todo. Esa gente andaba por ahí suelta. No iban a parar hasta encontrar a Sheila. Y yo, no iba a permitir eso.
- Tranquila, Sheila. Ya se ha ido -dije, abriendo la puerta del armario en el que ella estaba escondida, el armario de mi habitación- He llamado a la policía. Están buscando a la gente que te está persiguiendo. ¿No sales?
Ella estaba dentro del armario, abrazando sus rodillas, temblando, temerosa. Entré como pude, el armario es bastante grande, pero ser tan alto no ayuda precisamente. Me senté a su lado, abrazándola.
- Si salgo a la calle, irán a por mí. Si salgo moriré. Voy a pasarme toda la vida aquí… Esa gente sabe que la policía les está buscando. Es muy difícil atraparlos. Tengo miedo. Mucho miedo -me dijo, sin dejar de temblar- No quiero morir.
- No morirás -le dije-  No voy a permitirlo. Mientras yo esté vivo, tú también lo estarás. No voy a dejar que salgas a la calle. Y si me tengo que enfrentar a esa gente, lo hago. Si tengo que dar la cara por ti, lo hago. Si tengo que arriesgar mi vida por ti…  lo hago
- No quiero que hagas eso.  No quiero que te pongas en peligro por mí… Tú ya eras feliz sin mí. Si me voy… ¿Va a cambiar algo? No creo que a nadie le importe. Pero si te pasa algo a ti… Eres famoso. Tienes miles de fans. ¿De verdad crees que voy a dejar que te arriesgues por mí? Yo puedo con ello -sus palabras me dolieron, pero decidí no hacerle caso.
- Si te vas, sí que hay algo que va a cambiar.
- ¿Cómo qué?
- Yo voy a cambiar. Así que voy a cuidar de ti, pequeñaja.
- ¡Eh! ¡No soy pequeñaja! -exclamó, levantando la cabeza para mirarme a la cara.
- ¡Enana de metro y medio! -dije, bromeando. Si esa era la única manera de cambiarle el estado de ánimo…
- Calla, tronco de árbol.
- ¿Tendrá cosquillas la enana esta? -empecé a hacerle cosquillas, empezó a reír y a retorcerse en aquel diminuto espacio de dos o tres metros cuadrados que es el armario de mi habitación.
- ¡Para! -rió energéticamente, en ese momento paré y la abracé como si fuera un peluche.
- ¡Parejita! ¡¿Podéis parar de hacer tanto ruido?! -dijo Himchan, que dormía en la habitación de al lado.
- ¡Calla! -dije, sacándole la lengua-
- Aish… Me voy a dormir. Tú deberías hacer lo mismo -dijo, saliendo de mi cuarto-

*POV Sheila*

Los días pasaban, yo seguía encerrada en esa casa. No tenía tanto miedo como antes ya que lo que ocurrió el primer día ya no volvió a ocurrir más. Quizás se habían cansado de espiarme. Quizás ya no quieran secuestrarme. Puede que la policía los haya atrapado. Aunque lo sabría. Me gustaría poder salir, pasear, ver las luces de navidad… Son los últimos días de instituto antes de las vacaciones de invierno. Zelo siempre me trae los deberes o trabajos del instituto. Habló con los profesores explicando porque no venía, ellos lo comprendieron. La policía sigue buscando a los secuestradores. Yo creo que se han cansado de perseguirme…
Y en cuanto a Zelo… Mis sentimientos hacía él cada vez florecen más. Cada día son más fuertes, aunque no lo admita. Nunca imaginé que me enamoraría de una persona. O que llegaría a sentir algo así. Siempre he pensado que soy una persona demasiado cerrada conmigo misma como para pensar en alguien más. No me atrevo a decir lo que siento, tengo miedo a que algo salga mal. No confío en mi misma. Tengo miedo de que su respuesta sea que no. No quiero hacerme ilusiones, sí, me trata bien, sí, me ha salvado la vida, me ha protegido siempre pero… Él es demasiado para mí. ¿Cómo le podría a él gustar una persona como yo? 
Estaba sentada en el sofá cuando una guirlanda de navidad cayó sobré mi cabeza...
- ¿Ponemos el árbol o qué? -dijo Zelo, que acababa de dejar una caja en el suelo llena de… ¿Fotos?
- Vale pero… ¿Y esas fotos?
- Aquí siempre ponemos fotos nuestras en el árbol.
- ¿En serio? -dije riendo, me agaché y de rodillas empecé a mirar las fotos que había imprimidas dentro de esa caja de cartón. Reí al ver los pelos de Zelo en esa foto.
- ¡Eh! ¡Deja eso! -Zelo cogió la foto en la que llevaba el peinado del MV de Hurricane- ¡Salgo muy bien!
- Me hace gracia tu pelo. Pareces una abuela -reí y cogí la foto, la puse en el árbol- Ala. Ahí está mejor.

El panorama del salón del apartamento era divertido. Todos haciendo el idiota mientras colocaban los adornos que volaban por toda la sala. Parecían crios. Pero me encanta. Se respiraba un ambiente muy familiar, cosa que yo nunca había vivido. Las navidades las pasaba solo con mi madre.

- ¡Venid todos! -dijo Zelo, que llevaba una cámara polaroid en la mano, de estas que haces la foto y en seguida ya la revela- Nos pusimos todos y nos hicimos una foto. Él la colgó en el árbol.
- ¿Por qué estoy en la foto? -pregunté- No me considero una más. Solo soy una refugiada que está en esa casa porque no tiene otro lugar al que ir.
- Formas parte de esta casa. Eres una más aquí -dijo Yongguk.
- Exacto -saltó Youngjae.
 - Te mereces estar en ese árbol -dijo Daehyun
- Te consideramos como alguien de la familia -dijo Zelo- Y te queremos.


Sonreí. Debería sentirme afortunada de estar ahí. De no estar sola por la calle, pasando frío. De tener personas que me aprecian y de que hayan aparecido amigos como ellos en mi vida. No sé qué me deparará el futuro… Ahora mismo solo miro el presente. Y ahora, se podría decir que estoy bien.

lunes, 6 de enero de 2014

Capitulo 3 - Todo irá bien... O no.

Capítulo 3  - Todo irá bien… o no.

Me deshice de su abrazo, sentándome en el suelo. Lloré. Sí, había conocido a la persona que me había estado ayudando todo este tiempo pero... Nada iba a cambiar. Todo iba a seguir igual. Mi tío no está. Probablemente la mafia me esté buscando. En el instituto me seguirán insultando. ¿Algo va a cambiar a partir de ahora? Dudo volver a ser feliz. No podré hacerlo.

- Deja de llorar… Ya pasó… Ahora estoy aquí, ¿Sí? Recuérdalo -se agachó y puso su mano sobre mi hombro, mirándome fijamente a los ojos.
- Tú no lo entiendes. Nunca vas a entenderlo -seguía sin levantar mi cabeza- No entiendes lo que es no tener a nadie en tu familia a tu lado. No tener amigos. Perder a tu madre. Que haya sido asesinada por tu padre. ¡No entiendes lo que es haber estado secuestrada toda una puta semana! Que te traten como a una mierda. Odiar al mundo con razón.
- Todo pasará… Te lo prometo.  -me volvió a abrazar, dándome palmaditas en la espalda-  Después de algo malo siempre viene lo bueno, ¿no crees?
- No lo creo. Mi madre… -dije con una voz rota al pensar en ella- siempre me decía eso. Yo nunca creí lo que me dijo porque siempre me pasaban cosas malas. Perdí a mi única amiga en un accidente de coche y desde entonces no he vuelto a intentar a hacer amigos. Ni a ser positiva… Ni nada.
- Como vuelvas a decir que solo te pasan cosas malas no te invito a un helado -se me hizo la boca agua al pensar en helado. El haber comido escasamente durante una semana me estaba pasando factura.
- Es que siempre me pasan cosas malas…
- ¿Acaso que yo haya aparecido en tu vida es algo malo? -me preguntó.
- Sí. Yo quería acabar con ella y tú lo has evitado. Además… no me apetece un helado -respondí, aunque en el fondo pensaba lo contrario.
- Aish… Voy a hacer que dejes de pensar así -me cogió de la mano y me levantó del suelo- Vamos. Conozco una heladería muy buena.
- Pe… pero… ¡No tengo hambre! -dije mientras me arrastraba por las escaleras del edificio, agarrándome de la muñeca.
Salimos del edificio y me llevó por un montón de calles que no conocía de nada. Nunca me había dedicado a recorrerme la ciudad, y menos, el centro. Ni que me importara eso… Entramos en una heladería bastante grande, dentro no había nadie. Pedimos dos helados, de chocolate.
- La verdad es que sí que tengo hambre… La única comida que he probado esta semana han sido trozos de pan que me daban de vez en cuando, con pinta de tener ya bastantes días… Agua, y sobras de la comida de los secues… -me metió una cucharada de helado en la boca evitando que siguiera hablando.

*POV Zelo*
- No pienses en eso y come -tragó el helado y me miró dejando escapar una pequeña risita- ¿Has sonreído? ¿Seguro que haber aparecido ha sido algo malo?
- Calla. ¡Pues ahora no como! Si me dices que lo haga, no lo haré - rió y dejó la cuchara en el bol y escuché como se quejaba, se miró la muñeca, vi que tenía heridas y moratones en ella- Estoy bien.
- No estás bien -le dije.
- Si lo estoy.
- No mientras -agarré su muñeca. ¿Y esto? ¿No te estarás autolesionando? -fui serio. Me preocupaba ella. Me preocupaba de verdad.
- No. Me lo hicieron los secuestradores… Con cadenas.
- Ten -le di unas tiritas que llevaba en el bolsillo- Por lo menos así no se te infectarán las heridas.
- Gracias -se las guardó en el bolsillo y comió otra cucharada de helado. Y otra. Y otra. Yo solo la observaba con los brazos cruzados, de cerca. Observaba como comía, observaba su preciosa carita, sus ojos brillando y solo enfocados en el helado. Observaba a esa chica. Tan débil, pero tan fuerte a la vez. Le había salvado la vida. Nunca imaginé que le salvaría la vida a alguien. Su preciosa pero frágil vida. Pero al menos, había conseguido hacerla sonreír. Era lo único que me importaba.

- ¿Dónde vives? -le pregunté
- ¿Yo? Ahora mismo, no tengo ni idea. Creo que en ninguna parte. La mafia secuestró a mi tío. No sé nada de él y no puedo entrar a mi casa porque no tengo llaves.
- Bueno, voy a solucionar esto… No quiero que estés en la calle, y menos estando ahí fuera a bajo cero. Y nevando. Primero vamos a ir a la policía para solucionar todo esto de la mafia. No pienso dejar que esa gente siga suelta por ahí, intentando matarte. O volverte a secuestrar. No quiero que tu vida corra peligro. Y por ahora… quédate en nuestro apartamento a dormir hasta que todo se arregle.
- ¿Vuestro apartamento? -preguntó, sin saber de quien hablaba.
- El de mi grupo -le aclaré.
- ¿Cómo quieres que esté en tu apartamento? Apenas te conozco…
- Vale pues… sal a la calle. Y duerme ahí. Si encuentras un par de cartones puedes taparte con eso.
- ¡No te pases!
- Es broma… no pienso dejar que duermas en la calle. Ni que estés mal. Vamonos
- ¿A tu apartamento?
- No, a la policía primero -le dije.
- ¿Estás loco? Si los de la mafia saben que la policía les busca sabrán que hemos llamado a la policía. Probablemente estén espiándome ahora. Y sepan lo que hago ¿Qué pasará si descubren que vivo con vosotros? ¿Qué pasará si me encuentran? Creo que lo mejor es dejar las cosas como están.  E ir con cuidado.
- Creo que en eso tienes razón. Esa gente es un peligro. Vamos al apartamento. Antes de que haga más frío
-Salimos de la heladería y estuvimos caminando durante un rato hasta llegar al apartamento.
*POV de Olga*
- ¿Qué frío hace, no crees? -me dijo, intentando romper el silencio, mientras cruzábamos un paso de peatones.
- A veces pienso si realmente algún día podré realmente llegar a vivir feliz -dije, no sabía porque estaba contándole lo que pensaba. Simplemente, sentía con él esa extraña confianza que me hacía contarle todas estas cosas.
- ¿No lo eres ahora? -me preguntó, aunque era muy evidente que la respuesta a esa pregunta era un no.
- Tengo miedo -le di la mano. No sabía porque había hecho eso. Simplemente, lo necesitaba. Necesitaba comprensión, amor… Necesitaba olvidarme del miedo que estaba pasando. Él se quedó un poco parado por mi gesto pero después entrelazó sus dedos con los míos. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. No sabía si era porque estaba nevando o por lo que yo sentía. Por un momento me olvidé del miedo que estaba pasando. Del miedo de que en cualquier momento alguien coja y se me lleve. De morir en cualquier momento. ¿Qué irónico, no? Hace unas horas, quería morir. Ahora, le tengo miedo a ello.
- Pues no tienes que tenerlo. Porque yo estoy aquí y nada malo va a pasar -soltó mi mano para abrir la puerta del edificio. Habíamos llegado antes de lo que me imaginaba.
- Wow… Esto es más enorme que mi antiguo apartamento -dije, apretando al botón del ascensor.
- ¿Tu antiguo apartamento? Sigue siendo tu casa... Algún día volverás a casa con tu tío. No todo va a ser como es ahora.
- Lo único que quiero es que por lo menos vuelva para Navidad… Es la única familia que tengo -dije, cabizbaja.
- Tranquila… Todo irá bien -llegamos a la planta 55. Era muy alto, había unos cristales en el pasillo desde los cuales se veía prácticamente toda la ciudad, iluminada, llena de parpadeantes luces navideñas. Se veía gente, moviéndose de arriba a abajo, como si fueran hormiguitas. Me quedé un rato mirando desde el cristal, empañado por el frío. Quiero que esta navidad… sea mejor que las que he tenido antes. Quiero un poco de felicidad. Solo un poco.
-¿Entramos? -dijo, abriendo la puerta- Corrí hacía él, pegando un salto en la entrada, antes de que él abriera la puerta. Abrió y entró, yo entré detrás de él, quitándome los zapatos, y arrastrando los pies. El jaleo en esa casa no era precisamente escaso.
- ¿Se puede saber quién se ha comido mi cheesecake? -gritó alguien, corriendo cabreado de una punta a la otra de la cocina. Era muy extraño estar en una casa con la misma gente que has visto en la televisión, en carteles por la ciudad, en camisetas en tiendas… Bastante extraño. Pero emocionante
- ¿Quién es esa chica? -dijo uno de ellos. Entramos al comedor, Zelo llamó a los demás y se acercaron, curiosos por saber quién era yo. Se sentaron todos en el sofá, algunos en el suelo porque todos no cabían.
- Ella es Sheila, una chica de el instituto. Está pasando por problemas. Fue secuestrada por una mafia y su única familia es su tío, que está en paradero desconocido. Los secuestradores le dijeron a ella que lo habían secuestrado también, pero nada es seguro. No tiene donde quedarse y no podía dejarla dormir en la calle y menos con este frío. Espero que no os moleste y seáis amables y sensibles con ella ya que no está pasando por un buen momento -dijo. No podía dejar de mirarlo mientras hablaba. Me dejaba hipnotizada. Por completo.
- A mi no me importa. Espero que estés bien aquí. ¡Pero las tartas de queso son mias! -dijo uno de los chicos, el de la cheesecake- Encantado. Soy Daehyun.
- Yo soy Yongguk -dijo otro de los chicos- Soy el líder del grupo.
-Encantada.
- Yo soy Himchan y ellos son Jongup y Youngjae -dijo sonriente otro de los chicos. Los tres eran muy guapos.
- No tenemos más camas pero puedes dormir en el sofá por ahora -dijo Youngjae- No es muy cómodo… Pero es algo.
- Gracias. Estoy muy agradecida por esto… En serio. No sé qué sería de mi si no me hubiera encontrado con Zelo.

                                                                       ***

Eran las doce de la noche. Tenía mucho sueño. Por lo menos ahora estaba más cómoda, ya que Zelo me había dado una sudadera que le iba pequeña. Bueno, seguía viniéndome grande a mí, pero era calentita. Estaba mirando por la ventana, y pensando, cuando alguien apareció con dos tazas de chocolate caliente. Me costó reconocerlo ya que aún no los conocía bien, pero al final relacioné esa cara a su nombre y lo reconocí. Era Daehyun.
- ¿Quieres chocolate? -me preguntó, y se sentó en el sofá a mi lado- Lo he hecho yo.
- Pensaba que lo había hecho Zelo -Reí.
- ¿Por qué? -dijo
- Siempre me trae comida. Tiene esa pequeña obsesión con que coma.
- Se nota que se preocupa por ti. Solo por el hecho de haberte traído aquí… Se nota.
- Gracias por el chocolate -le dije, él se fue, me lo acabé y me tumbé en el sofá. Me dormí, pero un ruido me despertó. Abrí los ojos y vi a Zelo durmiendo debajo del sofá, en la alfombra… debajo de mí- ¿¡Se puede saber qué haces aquí!?
- Nada… Yo… Solo estaba preocupado de que estuvieras bien. Ya veo lo estás. ¿Te ha gustado el chocolate? -En ese momento alguien llamó a la puerta. En vez al timbre, pegó fuertes golpes a la puerta. Eso me extrañó.
- ¡Ya voy yo! -dije, pegando saltitos por el comedor.
- ¡No! -él me frenó, agarrándome por el hombro- ¿Estás loca? ¿Sabes lo peligroso que es? ¿Acabas de escapar de unos secuestradores y quieres abrir la puerta? Quédate aquí. Abro yo.
*POV de Zelo*
Fui a abrir la puerta, en el fondo tenía miedo, no tanto como ella, pero lo tenía. Abrí la puerta, un poco entreabierta, por miedo a saber quién era. Lo que vi allí detrás me dejo congelado. Un hombre, armado, con un pasamontañas empujó la puerta para abrirla, por suerte, cerré de un golpe, no de dónde saqué tanta fuerza. Me apoyé en la puerta para que no entrará. Aguantando la puerta con todas mis fuerzas, puse los candados y cerré con llave. Me senté en el suelo, tenía miedo. Empecé a sudar mucho y mi corazón palpitaba demasiado rápido. El miedo invadió mi cuerpo. Sobretodo el miedo de que algo le pasara a ella… más que mí.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Capitulo 2 ~ Pesadilla.

CAPITULO 2

Desperté con el fuerte sonido del ladrido del perro del vecino. Odiaba despertarme tan bruscamente. Siempre estaba de mal humor cuando lo hacía. Me levanté, frotándome los ojos, y arrastrando mis pies hacia el baño, me lavé la cara y me peine, quería estar decente. Fui a la cocina y le pegué un bocado a una tostada y abrí la nevera, cogí la botella de leche y bebí a morro.

- Tampoco tengo mucha hambre -pensé, y en ese momento apareció mi tío con una bandeja llena de donuts y pastas.
- Come algo más, no vaya a ser que te de algo.
- No, gracias. No tengo hambre. Además, llego tarde -me fui a mi cuarto, cogí lo primero que encontré en el armario, una sudadera con un panda, unos leggins y unas botas negras.
Salí de casa súper rápido recordando las instrucciones que me había dado mi tío para llegar hasta la escuela, pero como me daba mucho palo caminar, y estaba muy lejos, decidí coger un bus, por lo menos es más rápido y más cómodo. Llegué al lugar y entré, me mezclaba entre toda esa gente que iba hacia arriba y hacia abajo, corriendo hacía su clase. ¿No seré la única occidental aquí, no? Al final, acabe encontrando mi clase, un poco tarde, pero la encontré, con un poco de esfuerzo, pero bueno. Entré, cabizbaja, y todos giraron su cabeza y me miraron.

- ¡Sheila! ¡Era a ti a quien esperábamos! -Dijobla profesora, una chica joven, alta, de pelo castaños rojizo que le llegaba por los hombres. Andé por el pasillo, esquivando mochilas por todas partes, alguien pone el pie en el pasillo, yo tropiezo con él y por poco caigo de morros al suelo. Se nota que esa persona lo ha hecho a posta y le lanzo una mirada asesina desde mi sitio. Las clases ya de por si siempre son un tostón, y mi nivel de coreano es denasiado basico, ya que lo aprendí durante tres años en Nueva York, ya que mi madre quería que lo aprendiera porque era mi idioma por parte de mi padre. Aunque ni siquiera lo he llegado a conocer. Acaban las clases y la chica de antes, alta, de tez muy blanca, y muy maquillada, se me acerca, con su séquito de amigas.

- ¿Se puede saber por qué me mirabas de esa manera, niña estúpida? ¿Te crees superior a mi o algo? -me dijo, muy cabreada, petando sus nudillos. Tengo mucho miedo. Sobre todo porque ya he vivido está situación antes. Y sé cómo termina. Llevo toda la vida sufriendo esto. Por favor… otra vez no. No quiero volver a pasar por lo mismo.
-Nos vemos en la salida del instituto -dijo una de sus amigas, con la una sonrisa estúpida-
Salí de la clase y fui a un baño. Me encerré y me senté en el suelo. Cogí mi móvil y me puse a escuchar música. Siempre era la salida a mis problemas. Que acababan de empezar, mi pesadilla estaba volviendo a empezar  y sabía que esto iba a ir a peor. Porque siempre había sido así. Cerré mis ojos notando una lágrima correr por mis mejillas. No quería que mi vida fuera otra vez una mierda. Quiero amigos. Quiero alguien que me trate bien.Esperé dos horas, y cuando creí que se habían ido, salí y del baño y de la escuela. Pero no. No se habían ido. Ellas seguían ahí. 

*POV de ????*
Llevaba todo el día observando a esa chica. Observando lo mal que todo el mundo la había tratado. Observando silenciosamente sus silencios, como agachaba la cabeza cuando esas chicas
estúpidas que siempre me acosan la amenazan. Me apoyo en la puerta del baño, la verdad es que esa chica me da un poco de pena. No la conozco de nada, no quiero que lo pase mal pero tampoco puedo hacer nada para ayudarla. Escuchó como llora detrás de la puerta.

*POV de Sheila*
Levanto mi cabeza de mis rodillas y veo como una mano pasa por debajo de la puerta, y deja un trozo de papel en el suelo. Veo unos pies calzados con unas bambas se alejan. Cojo el papel y lo abro.
"¿Estás bien? No llores."

Me sorprendió ver la nota. Tampoco le presté mucha atención pero me la guardé en el bolsillo. Probablemente la tiraré al llegar a casa. ¿Quién se iba a preocupar por mi? ¿La chica estúpida que siempre se aisla del mundo porque todo el mundo está en su contra? Salí del instituto intentando hacer el mínimo ruido posible ya que aquellas chicas eran peligrosas. Rezando porque no me hicieran nada. La noche era fría y húmeda, yo me dirigí hacia la salida con las manos en los bolsillos, el no ver a nadie me tranquilizó por unos instantes. Hasta que alguien me agarró del hombro.


- ¿Creías que ibas a escapar? -gritó una, mientras la otra me empujaba por detrás, agarrándome de la mochila, abriéndola, y tirando todos mis libros al suelo. Caí al suelo, de rodillas, noté como me dolían las rodillas muchísimo,  y la "líder" de ellas empezó a darme patadas en el estómago. Me dolía tanto que creí que me moría. Pero ella no paraba. Yo solo gritaba.

*POV de ???*
Miraba asustado esa escena, escondido detrás de una columna de piedra. No podía intervenir, mi corazón se hacía más pequeño cada vez que escuchaba a esa chica gritar, cada vez que la hacían sufrir, porque sí, por ser diferente. Si intervenia acabaría yo también mal. No puedo dejar que me vean. Todo se escandalizaria.

*POV de Sheila*

- ¡Para! ¡Por favor, para! ¿¡Qué te hecho yo!? -exclamé con todas mis fuerzas. Sangre broto por mi boca de lo fuerte que me estaba pateando, yo solo podía llorar, desear que se cansaran, que se fueran, encima hacía mucho frío, y el suelo estaba congelado, me sentía patética. ¿Por qué mi vida siempre tiene que ser así? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? No le he hecho daño a nadie. Millones de cosan pasaban por mi cabeza, en ocasiones deseo morir. Acabar con esto. Desaparecer. Hasta que ella para.
- Chicas, ya basta por hoy. Otro día más ¿vale? Yo creo que por hoy ya ha sido suficiente. Vamos -se fueron y me dejaron ahí, sola. Cuando me intentaba levantar para recoger mis cosas, medio cojeando y con un dolor terrible en el estómago, un chico al que no pude reconocer se acercó y me ayudó a recoger las cosas. Me sonaba de algo, me sonaba mucho, pero llevaba una especie de mascarilla en su cara que le tapaba la boca y no pude verle bien, además de que estaba muy oscuro. Al igual que yo ahora mismo. Me sentía oscura, derrotada, desolada...

- Q… ¿Quién eres? -pregunté, observando sus preciosos ojos que era practicamente lo único que podía observar de su rostro.
- Pronto lo sabrás -después de decir esas palabras, me dio mi mochila y salió del patio de la escuela sin decir nada.

Al día siguiente…
Una parte de mi me decía que aquello que me pasó ayer no me iba a pasar más. Pero esa pequeña esperanza que yo tenía se desvaneció. Esas chicas volvieron a utilizarme de saco de boxeo, solo… porque sí. Buscaban razones estúpidas para meterse con alguien. Solo porque sí. Poco a poco fueron haciéndome cosas más graves. Un día volvía a casa con un rasguño, el otro con un moratón, el otro con cáscara de huevo por el pelo, el otro con sangre corriendo por mi rodilla. Amenazaron a mucha gente para que me hicieran cosas malas también. Era como si todo el mundo tuviera algo en mi contra, solo por ser yo, o por ser extranjera, o saber menos coreano que ellos. Se reían de mí. Y cada día me sentía peor. Deseaba morir. Realmente lo deseaba. Me saltaba las clases y me encerraba en los baños para que no me hicieran nada, pero siempre tenía que salir, y me pasaba algo. Volvía a pasar lo mismo. Y lo único que me llevana de todo eso eran lágrimas, rasguños, moratones. Y unas pequeñas nota misteriosas que siempre metía en mi mochila, arrugadas. Unas pequeñas notas anónimas que aunque no lo admitiera me daban pequeñas esperanzas. De seguir adelante. O de por lo menos, seguir con fuerzas. A veces deseaba saber quien es esa persona. Lo deseo. Deseo saber quien es la única persona que me ha podido sacar una sonrisa durante todo el tiempo que he estado aquí, aunque fuera pequeña. Encerrada en el baño de siempre, en el instituto, me leí una y otra vez las notas.

"¿Estás bien? No llores." "Me gustaría poder hacer algo para ayudarte, pero no puedo. Lo siento" "Dicen que el más débil por fuera, es el más fuerte por dentro. Así que tu tienes que ser fuerte. Hazlo por mi" "Algún día toda esa gente se arrepentirá de todo lo que te ha hecho" "Cada vez que te hacen algo me siento mal. Como si yo fuera el que te está destrozando por dentro" 

*POV de ???*
Llevaba dos semanas observando a esa chica. Esa chica que me hacía sentirme extraño. A veces me gustaría acercarme a esa persona, abrazarla, y decirle que todo irá bien. Que yo estaré allí hasta que todo vaya bien. Y después de eso también. Pero no puedo. Solo puedo observarla llorar, abrazando sus rodillas, mirarla como cabizbaja juega con los cordones de sus zapatos, a la hora del recreo, aislada de todo el mundo. Dejarle esas notas, esas notas de ánimo, es lo único que puedo hacer. Observar como escribe, o escucha música sentada en las escaleras del edificio. Puede que ella no lo sepa, pero yo estoy ahí. Observando sus silencios. Sus llantos. Y algún día, observaré su sonrisa. Lo sé. Quiero ayudarla a salir de esta. Y lo haré cueste lo que cueste 



*POV de Sheila*


Mi único respiro era cuando estaba en el estudio con mi tío. Allí nadie me hacía nada. Me sentaba en una silla en el backstage con mis cascos, muchas veces acababa llorando, nadie me preguntaba que me pasaba, pero nadie me molestaba tampoco. Pero estaba mejor que en clase. Me sentaba ahí a ver como pasaban por delante muchos famosos cada dos por tres,  tampoco les prestaba mucha atención, yo estaba encerrada en mi mundo.
Todo iba mal, como siempre. Pero llegó ese día en que nada podía ir peor. Ya había caído bajo, pero caí aún más bajo. Estaba caminando por la calle, con mis cascos puestos, las manos en los bolsillos. Quizás cantando. No lo sé. No podía escucharme. Cuando caminaba, un coche negro, bueno, más que un coche, una especie de furgoneta, se paró delante de mí. No le presté atención, pero lo que yo no sabía es que esté mundo es más peligroso de lo que me imaginaba. Un hombre colocó un pañuelo en mi boca y entre gritos y movimientos extraños, intentando deshacerme de él, me desmayé.

- ¿Dónde estoy? -pregunté, no veía nada, lo veía todo borroso, así que no veía con claridad a quien tenía delante. Hasta que recuperé la consciencia y la visión del todo. Noté que tenía unas cadenas que me apretaban fuerte las muñecas y me privaban de mi libertad. Me dolía la cabeza. Y los brazos.Y delante de mí estaba esa persona que había sido la causante de todas mis pesadillas. La líder de esa estúpida banda de mi instituto.
- ¡Tú! ¡Hyesung! ¡Suéltame ahora mismo! ¡¿Qué hago aquí?! ¡Estoy harta! ¡No pienso tolerarte nunca más! -intenté soltarme de ahí pero cada vez que hacia el esfuerzo, las cadenas me apretaban más. Lloraba y lloraba, no podía escapar de aquello.
- ¿Así que faltas a clases o te escondes para no encontrarte conmigo? -dijo, riendo- Pues bueno, creo que a partir de ahora faltarás mucho a clases, sí. Mucho. Pero verme… -río diabólicamente-  creo que lo vas a hacer bastante. Y aguantarme también. Hasta que tu tío no pague por sacarte de aquí no pensamos soltarte. Si es que sigue por aquí tu tío... 
- ¡Suéltame! ¿¡Qué le habéis hecho a mi tío!?
- ¿Ves este móvil? ¿Te suena? -sacó un teléfono de su bolsillo. Lo observé bien. Era el teléfono de mi tío. Con la misma funda. El mismo llavero que le habían dado en el trabajo, el logo del programa. Exactamente el mismo- Pues ahora, dudo que tu tío pueda pagar tu rescate...está en un avión. Rumbo a... ¿Italia? ¿Rusia? Realmente ni lo sé. Irá a donde los palurdos de la mafia de mi padre se lo lleven, ni idea de lo que van a  hacer con él. Y su móvil lo tengo Y por cierto... Intenta escapar y te las veras con mi padre y sus amiguitos.
- ¿Tu padre?
- Sí. ¿Es que tú no sabías que mi padre es el jefe de una mafia? -dijo con toda la normalidad del mundo.
- ¿¡Qué!?
- Lo que oyes.

*POV de ???*

Llevaba una semana sin venir. No tenía la menor idea de lo que le estaba ocurriendo. Extrañaba espiarla, observarla sin que se diera cuenta. Tenía miedo, en el fondo, de que algo grave estuviera ocurriendo. Dejé notas en su mochila, que estaba en clase, perobla mochila siguió siempre intacta. Sheila... vuelve. Extraño verte sonreír al leer mis notas. Te extraño. 




*POV de Sheila*
Pasé allí dentro la peor semana de mi vida. No me movía de esa silla, mi comida era escasa, siempre recibía torturas de esa chica, o de algunos de los amigos de su padre, me pegaban o me cortaban. Yo les insultaba, intentaba luchar contra ellos pero me amenazaban con matarme. Solo me dejaban levantarme para ir al baño. No sabía cuándo me iban a soltar. Me prometí a mí misma que al salir de ahí iba a acabar con todo esto rápidamente. Me había cansado de vivir de esta manera. Bueno, me había cansado de vivir. Por la noche, cogía las notas arrugadas que ahora había puesto en mis bolsillos y las leía. Lo único que conseguía era llorar aún más. Mi cuerpo temblaba, mis fuerzas eran prácticamente escasas.
Hasta que llego el día en el que por fin, con toda la fuerza del mundo, conseguí deshacerme de esas cadenas. Corrí con todas mis fuerzas, como nunca había corrido, esquivando a todos los hombres aquellos que había allí. Con los ojos cerrados por el miedo le pegué un puñetazo a un hombre. Salí a la calle, y me dirigí al estudio. Subiendo por las escaleras del edificio, alguien me detuvo, agarrándome del brazo. Me dolia el brazo por las cadenas. 

- ¿Se puede saber a dónde vas? -me dijo. No era una voz conocida. No sé porque me habla si no me conoce. Me habla, así, como si me conociera… Tampoco me fije en quien era porque no veía nada prácticamente, mis ojos estaban muy empapados por las lágrimas. Me deshice de su mano, y corrí escaleras arriba. Escuché como esa persona me seguía, pero yo corrí mucho, hasta llegar hasta arriba. Esa persona no había llegado aún así que pensé que no subiría. Me acerqué al borde del edificio.¿Los últimos minutos de mi penosa existencia? Probablemente.  Por fin iba a poder hacer lo que quería desde hacebmucho tiempo. Me duele por mi tío pero… no me importa ya ahora. No me importa. No… -lágrimas rodaban por mis mejillas. Estaba segura de hacer eso pero estaba segura también de que acabaría arrepintiéndome. Me incliné hacía adelante. Ya no había vuelta atrás. O sí…
- ¡Para! -Alguien me agarró por la cintura, impidiendome caer.

- ¿Estás bien? No llores -dijo esa persona. Palabras que había leído. Una y otra, y otra vez.

- Me gustaría poder hacer algo para ayudarte, pero no puedo. Lo siento"  -dijo esa persona, entre sollozos. "¿Porque llora tanto por mi? No me conoce"-llegué a pensar entre lágrimas.

- Dicen que el más débil por fuera, es el más fuerte por dentro. Así que tu tienes que ser fuerte. Hazlo por mi -dijo esas palabras que tenía grabadas en mi mente. Nadie más podría recordarlas tan bien como el que las ha escrito. Bajé del pedastal. Sin bajarme. Quería girarme. Lo quería hacer.
- Algún día toda esa gente se arrepentirá de todo lo que te ha hecho. Cada vez que te hacen algo me siento mal. Como si yo fuera el que te está destrozando por dentro. Pero... ahora, ya me he dicho a mi mismo que basta de ser tan cobarde. No pienso dejar que acabes con tu vida así. -me giré, mirando a esa persona a la cara. Unos ojos me observaban con tristeza. Sabía perfectamente quien era esa persona, aunque me costara asimilarlo. Sin pensarlo dos veces, lo abracé. Un abrazo entre desconocidos. Pero a la vez, conocidos. O por lo menos, a partir de ahora. Una parte de mi quería girarse y acabar con mi vida, pero esa parte cada vez era más y más diminuta. Me sentía como en una burbuja que me protegía, entre los brazos de esa persona. La única responsable de mis pequeñas sonrisas, de mis ánimos, aunque fueran pocos.

- Mi nombre es Choi Jun Hong. Pero puedes llamarme Zelo.